martes, 7 de diciembre de 2010

Never been the same...

Bien, siempre olvido decirte lo que realmente importa. Nunca acierto en la diana, me queda sólo esta sensación de saber que me queda algo por decir, que me queda otra oportunidad, siempre existe ese resguardo que me salva de mis autismos sentimentales.
Estoy aprendiendo de ti, no sé quizás el qué y el cómo pero siento la necesidad de desafiar al mundo tras hablar contigo, siento la prepotencia de mirar por encima del hombro al resto del planeta tras colgar la conversación de rigor con la cual alimentas algo más que este vacío que a veces me abduce -alimentas mi corazón-. Ha sido muy grande dar contigo y mucho más grande es el saber a ciencia cierta que es cierto, que pasa el tiempo*, y esto funciona, seguimos al pie del cañón con esas ganas dementes de querer mucho mas, de querer lo que por derecho la vida nos debe, de querer que todo salga bien. Estoy muy segura de tí, me siento extraña al verme reflejada en el espejo, al hablar solo de temas que quizás nunca hubiese tocado (y que por supuesto estaban destinados a ser pasto del olvido por la más absoluta manía esta de reprimir lo que hierve bajo la piel) Son tantas las cosas que te quiero preguntar, son tantas las vivencias que quiero compartir, son tantas las ganas de seguirte el rastro que no me veo capaz de hacerlas yo sola... Es inevitable, juegas un papel clave al día de hoy en esta partida de ajedrez que no es otra que mi vida, sin trampa ni cartón, esta partida de ajedrez, recuerdo que siempre se ha visto destinada a quedarse en tablas, por fin comienzo a saber que puedo conseguir el jaque mate; Reconozco que soy débil (esto lo pone de manifiesto), pero claro, eso tú ya lo sabes. Yo sé que lo sabes y es por esto que todo lo que pretendo plasmar cobra sentido por si solo.

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